HISTORIA DE LA ESCUELA PANAMÁ
En el populoso barrio “San Roque”de la parroquia Sucre, al sur de la ciudad de Cuenca, en octubre de 1946, se crea una escuela fiscal para satisfacer las necesidades educacionales de la niñez del sector. Inicialmente lleva el nombre de Escuela Sucre.
Las maestras fundadoras fueron las señoritas: Zoila Carmen Alvarado, Directora, Natalia Talbot y Judith Cordero, profesoras. Funciona en la Avenida Loja, en la casa de la señora Rosa Cuenca y luego en diferentes locales de la mentada Avenida.
Este establecimiento educativo fue el único existente y poco a poco se convirtió en un importante centro educativo que aglutinaba a una mayoría de la población infantil de esa época.
En ese entonces, el señor Ulpiano Rodríguez, Cónsul de la República de Panamá, prestó valiosa ayuda a este establecimiento y en gratitud a su colaboración, los Directivos optaron por cambiar el nombre de la Escuela Sucre por el de “Panamá”.
El río Tomebamba, que siempre ha sido y es peligroso, en abril de 1950 se desborda, inundando gran parte del su de la ciudad, sufriendo las consecuencias el local en donde funciona la escuela, razón por la cual temporalmente se suspendieron las labores educativas. En vista de las circunstancias, moradores del sector, preocupados por los efectos de la inundación, acudieron ante las autoridades en procura de conseguir un local propio y estable para el funcionamiento de la escuela, es digno de anotarse la actitud generosa del señor Gobernador Carlos Ordóñez, quien puso a la disposición de los solicitantes unos fondos económicos provenientes de la Colonia de Azuayos residentes en Quito. Con este dinero se adquirió un sitio que pertenecía a la señora María Moscoso de Aguilar, en donde se proyectaba construir el edificio para la escuela
El río Tomebamba, que siempre ha sido y es peligroso, en abril de 1950 se desborda, inundando gran parte del su de la ciudad, sufriendo las consecuencias el local en donde funciona la escuela, razón por la cual temporalmente se suspendieron las labores educativas. En vista de las circunstancias, moradores del sector, preocupados por los efectos de la inundación, acudieron ante las autoridades en procura de conseguir un local propio y estable para el funcionamiento de la escuela, es digno de anotarse la actitud generosa del señor Gobernador Carlos Ordóñez, quien puso a la disposición de los solicitantes unos fondos económicos provenientes de la Colonia de Azuayos residentes en Quito. Con este dinero se adquirió un sitio que pertenecía a la señora María Moscoso de Aguilar, en donde se proyectaba construir el edificio para la escuela
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